miércoles, 31 de octubre de 2012

¿Cuándo vas a cambiar tu historia?

La vocación de acumuladora, o la programación ya sea genética o neurótica que lo impulsa a uno a preservar la identidad a través de los objetos, tiene en mi caso un componente adicional, me guardo las cosas esperando que llegue un momento - el momento - apropiado para sacarlas a la luz.

Así, mi historial de cosas acumuladas esperando el momento justo para salir me ha llevado, por ejemplo, a comprar dos veces el mismo objeto, porque en un momento lo compré, lo guardé y se me olvidó que lo tenía, nada como las mudanzas para sacarme de la equivocación.

También encuentro que hay ideas que consideré buenas, pero se quedaron anotadas en el papel, y pasaron a las cajas de papeles en las que queda constancia de lo que soy, pero de pronto se me olvida.

Así que el tema de hoy, que me he estado guardando, lo saco porque tal vez lo pase por alto si el "momento adecuado" para compartirlo me toma desprevenida y haciendo otras cosas... ¿Cuándo vas a cambiar la historia?

Sucedió en ese curso que no tenía planeado tomar, pero al que finalmente terminé por inscribirme, en un ejercicio donde teníamos que compartir nuestra historia con otro, y en el que el otro tenía que responder algo. Yo trabajé con Josué G., a quien por lo menos le saco 20 años o más de diferencia... Y le conté mi historia, con absoluta inconsciencia, porque su retroalimentación si bien me tardé en asimilarla me ha llevado a cambiar muchas cosas...

Josué me miró con esa expresión que lo convierte en una persona excepcionalmente agradable y me dijo "desde que te conozco cuentas la misma historia", una afirmación demoledora, porque si yo he contado la misma historia, significa que no tengo alguna experiencia significativa y nueva que Me permita darle un giro a lo que digo de mí.

Me tardé, pero en un momento dado, metida en el círculo vicioso del "¿Por qué a mí?" o el "¿Por qué a mi no?" y los "es ques", me di cuenta que la única forma de cambiar tu historia es esforzándote en crearte experiencias que la cambien. Nadie, solo yo, podría terminar de escribir la tesis, bien que mal, nadie, excepto yo, podría decidir que tomo y a qué renuncio, y esa fue la lección del verano pasado... Ningún milagro, excepto quizá el que te topes con otro que dice exactamente lo que necesitas escuchar, y lo escuchas, puede lograr que te muevas... Es uno quien decide moverse, y aplicar la sabiduría necesaria para ir administrando la energía que requiere el cambio.

Somos la historia de contamos de nosotros mismos, y al mismo tiempo, somos la historia que vamos haciendo, y mantener el encuentro con el otro necesita que tengamos nuevas historias para contarnos.

Sigo esperando algunas cosas, pero los momentos precisos son los que uno genera, difícilmente llegan solos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario