sábado, 15 de febrero de 2014

Arcoíris

La lluvia llega de manera abrupta a la mitad de una tarde que evoca a lo que alguna vez fue "la región más transparente", cielo azul, sin nubes, sol que comienza el descenso por el occidente.
La lluvia llega, y la presencia del sol convierte la tarde en una fiesta de luz descompuesta...
"Mira, el cielo te regala un arcoíris", la frase me la regalaron una tarde parecida a esta.
Hoy, la fiesta de la descomposición de la luz obsequia a quien se da el tiempo de hacer la pausa no uno, sino dos:


Atizapán, Estado de México, 12 de febrero de 2014, 17:30 hrs. (aprox).


Hay quien abraza un árbol al día para sentirlo... yo prefiero mirar al cielo cuando aquéllo que todavía no acabo de entender sobre la vida y la materia, me regala una tarde como esta, que no es otra cosa que darme la oportunidad disfrutar ese preciso momento.

martes, 11 de febrero de 2014

¿Cuál fue la pregunta?

La convivencia con los demás puede ser un arte o puede ser un infierno... la diferencia está en elegir si la vamos llevando así nada más, pensando únicamente en la manera en que los demás responden a mis intereses, o si pongo atención, reflexiono, busco respuestas, entro en diálogo, construyo...
Si opto por lo primero, enfoco mi energía al desgaste, pues asumo la actitud de que los otros debieran actuar conforme mis directivas, que me tienen que adivinar el pensamiento... y como esto no sucede, y menos conforme a mis expectativas o mis estándares (que suelen ser muy exigentes para con los demás), me enojo, me desgasto, me peleo, rompo - pero no suelto.
Si hago lo segundo... también hay inversión y gasto de energía, pero en el esfuerzo se ven los resultados. Ningún diálogo garantiza respuestas, cambios o resultados inmediatos... hay que ser pacientes, construir, indagar y esperar a que surja la mejor respuesta, pero primero hay que hacer una pregunta.
Sucedió hoy, llevo días.... semanas, peleándome conmigo misma y resollando de impaciencia porque mi hija me hace como quiere... me pliego a sus deseos en los espacios que el trabajo me lo permite... y ni ella ni yo ganamos nada.
No es sencillo, uno se acostumbra a ver a los hijos como los bebés que un día tuvo en los brazos; más aún, uno se acostumbra a pensar que su chiquito con discapacidad nunca va a madurar... pero no madura porque no lo dejas. De hecho, los padres de hoy vivimos tan obsesionados con nuestros hijos que nos sometemos a sus directivas, y les amarramos las alas - porque no queremos verlos enojados con nosotros, adoloridos, distantes... en mi caso, porque le tengo miedo a los berrinches de mi hija hasta que comprendí que es conmigo con quien se luce.
Hoy llegué a la conclusión que no puedo tenerle paciencia infinita para que ella termine lo que está haciendo, si de esto depende que lleguemos temprano a la escuela y al trabajo; tampoco puedo gritar, descontrolarme o insultar... ¿qué hago? Esa fue la pregunta que formulé hoy.
Con el paso de la mañana, llegó sola la respuesta... "hay que tratarla como lo que es": una persona capaz de modificar por sí misma su comportamiento, de crecer no porque la empujen, sino porque puede utilizar sus propios recursos; si la sigo viendo como mi niñita, yo sola le estaré cortando las alas.
Ya tengo la respuesta... habrá que mantener el propósito y perseverar en el asunto, después de todo, ya casi tiene 18 años.




miércoles, 5 de febrero de 2014

Soledades

"A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para estar conmigo,
me bastan mis pensamientos"
Lope de Vega

Puede un@ estar rodeado de personas, pero la sensación de pronto surge desde dentro, muerde, abre espacio, comienza a sentirse en el centro de un@ mismo el agujero negro, que devora la materia, la pulveriza, desbarata la esencia... es la sensación de soledad... de incompletud; un@ vive rodeado de personas, pero la soledad viene de dentro.
Hay días así, temporadas así, que uno los vive con la sensación de vacío; y comienza a atiborrarse de cosas, de comida, de experiencias... nada te llena, y no te das cuenta que te estás devorando a tí mism@.
Hoy descubrí que hay aprendizajes esenciales, que no se enseñan en nigún lado porque nadie supone que debamos aprenderlos... no hay aprendizaje más duro o tarea más dura que vivir con un@ mism@, trabajar para superarse a un@ mism@, disciplinar la voluntad, contener el vacío y dejar surgir la esencia.
Pero actuamos en el sentido contrario, depositamos en otra figura lo que pensamos nos complementa, pensamos que ese otro nos descargará de lo que nos corresponde hacer... eligirá bien por un@, se hará cargo de vivir lo que nos corresponde... y esto es imposible, pero no lo entendemos.
Tal vez porque el 14 de febrero es inminente, y los anuncios de "el amor en los tiempos del internet" me tienen hasta la coronilla... pero yo no podría confiarle a las redes sociales, a la urgencia del cuerpo, o a la necesidad del alma lo que tengo que conseguir de mi misma, la energía para cerrar el agujero y vivir en paz conmigo.


Eros y Psique, Antonio Canova (1793)
Museo del Louvre