El gen neanderthal

Cada vez me convenzo más que la especie humana debe tener integrado algún "gen neanderthal" que nos transforma (tipo Mr. Hyde) en algo tan parecido y al mismo tiempo ajeno a lo humano, cuando enfrentamos ciertas circunstancias cotidianas.
Recuerdo una caricatura de Disney, donde el Goofy se transformaba precisamente en un troglodita con el solo hecho de subir a su automóvil... y al parecer, de aquéllos años a éstos no hemos evolucionado mucho.
Atribuyo este comportamiento al efecto de algún gen, porque en cuestión de circular en automóvil ante cualquier incidente que nos obligue a tomar decisiones sobre la trayectoria y nuestras expectativas respecto a "llegar" al punto al que nos dirigimos, el primer impulso del automovilista y su tripulación es el insulto, "aventar lámina", o cualquier otro signo de intolerancia, blindada por el hecho de que el automivilista en problemas es un desconocido... solo cuando nos quedamos todos bloqueados (tipo el cuento de Cortázar "La autopista del Sur") comenzamos a gestar relaciones que responden al inmovilismo al que se nos somete en conjunto.
Pero si se trata de un prójimo al que se le acaba de descomponer la caja de velocidades en un ínfimo y traqueteado Athos modelo 2004, constatando que lo único en que le afecta a los otros automovilistas es en el obligar a moderar la velocidad y ceder un poco de espacio a otros, no hay mejor respuesta que insultar al automovilista emproblemado (los peatones suelen ser más solidarios en este sentido, será porque con los dos pies en la acera uno diferencía mejor entre sí mismo y el automóvil).
Sospecho que hasta que la medicina compruebe que la falta de cortesía al manejar potencia el efecto del "gen neanderthal" y la consecuencia es algo como disfunción eréctil o eyaculación precoz en los hombres, y aumento indiscriminiado de peso y arrugas irreversibles a las mujeres es que comenzaremos a considerar que la cortesía es una virtud que se puede mantener incluso cuando un@ se monta en su nave.