Habrá que aclarar, la premisa del diseño de un AC es "comportamiento predice comportamiento".
Y es que la cocina es el mejor ejemplo de la una estructura organizacional basada en los méritos, el talento y la capacidad; el dueño de la cocina es el que sabe... siempre y cuando los estómagos de los destinatarios de sus creaciones lo validen.
Yo aprendí a cocinar observando, partiendo, escuchando... pero nunca "con las manos en la masa"... la cocina de mi abuela, la de mi madre, la de mi suegra son - o fueron - SUS cocinas; reinos particulares, en donde se obedece, pero no se mete la mano en la masa; al menos no mientras la dueña está presente.
Así que poner a cocinar a un grupo de ejecutivos para observarlos mientras preparan bajo ciertas condiciones un menú, no debe estar tan lejos de la realidad de la oficina; de hecho, puedo decir que no lo está... el espacio creativo que se llama "cocina" es propiedad de un solo artista a la vez, dos al mismo tiempo no entran, porque el conflicto personal entre la visión de uno y la visión de otro, aunque sea tácita, o la experiencia de uno contra la inexperiencia del otro, ciegos ante su propias fallas, solo consigue que se les queme la sopa.
En una cocina, cada quien asume su lugar; lugar que está fincado - perdón por decirlo - en la meritocracia, en la capacidad o los méritos comprobados... y como la realidad siempre es más triste que la ficción, tenemos pocas esperanzas de que aparezca una ratita que nos rescate con su talento.
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