sábado, 14 de marzo de 2015

Dignidad, respeto, empatía

Hoy la vida me puso en perspectiva, hizo lo que quiso y yo tuve que responder.
Esto es subjetivo, existencial pero no creo que se salga de lo que es ser lo que soy... un ser humano.
Ayer - para decirlo en pocas palabras - formé parte de una conversación ... aunque de pronto pienso que cada quien estaba hablando, simplemente... y como el "centro" de la conversación era yo... pues baste decir dos cosas, primero, me quebraron como hace años no me sucedía, y segundo, cuando todo esto terminó, mi única intención - parafraseando el título de la obra de teatro, salí pensando "No sé si cortarme las venas o dejármelas largas", porque si aquéllo esperaba remediar algo, solo consiguió poner en mi cabeza la imagen de que tengo que recoger mis pedazos y ver que armo con ellos.
Me fui a dormir con la ilusión de que hoy habría oportunidad que alguien más cercano, más respetuoso y capaz de decirme la neta, me escuchara... pero no sucedió. Cuando necesito algo de afecto, de pronto no tengo más persona con quien hablar que yo misma.
(Disgresión, ese verso de Machado que dice "quien habla solo espera hablar con Dios un día" es mi mejor justificante para considerar que la única persona a la que puedo recurrir es la que traigo puesta).
¿Y de qué me hablé?
Tengo que decirme que no soy tan inútil, ni tan víctima... de verdad, la resiliencia puede mostrarse mejor en una barra de hule que en una barra de hierro... y sospecho que yo estoy en la segunda categoría, es decir, tal vez no se nota mucho, no me vea muy flexible, pero tengo capacidad tanto de resistir la presión como de regresar a mi estado anterior.
Tampoco estoy sorda ni soy inconsciente... ni pienso que la realidad debe ser cómo yo creo, soy observadora, me fijo en detalles y hago algo por arreglarlos, aunque a otros le resulte ofensivo.
Sé que tengo que darle una conclusión constructiva a toda la experiencia de ayer, este es el resultado de mi conversación.

En una relación que dura, en el escenario que se trate (pareja, trabajo, comunidad, etc.) ha que considerar que no se trata de almas gemelas o reflejos en el espejo, sino de personas distintas con visiones distintas que comparte un mismo escenario, están haciendo algo, y por ello:

PRIMERO: El reconocimiento de que uno y otro cambiamos con el tiempo, cuando no nos damos cuenta de esto no le damos al otro ni nos damos a nosotros mismos la oportunidad de modificar nuestros juicios y nuestras percepciones.
SEGUNDO: Saber que uno siempre es, al mismo tiempo, acto y posibilidad. El respeto consiste en mirarte y mirar al otro de esta forma.
TERCERO: Reconocer la posibilidad implica reconocer las capacidades del otro de hacerse cargo, de la manera en que elija, de la situación que vive... no necesita consejos, que te pongas de ejemplo para que vea como superas tú los problemas.
CUARTO: Todo esto lleva al respeto y reconocimiento de la libertad... uno puede elegir, experimentar, formarse su propio juicio, rectificar, buscar, arriesgarse... sin que le tengan que poner advertencias en el camino.
QUINTO: Dejar ser al otro es la mejor expresión de tu respeto hacia el otro... dejarlo vivir sus elecciones... y si de verdad te importa, estar allí para él o para ella

Dejar al otro elegir y pelear sus propias batallas... no las que tú le eliges, o aquellas en donde insistes en que puede o debe estar.

No es sencillo, la empatía y el respeto pasan por la imaginación, por el autoexamen de quien está en posición de observador, por la escucha y por las preguntas poderosas... lo más irónico de la "intervención" de ayer, es que las preguntas poderosas nunca llegaron, no me condujeron a ninguna parte... y la única que me queda, a mí, en este momento, es ¿en qué me estoy auto-saboteando?

Ya la hice... ahora espero estar atenta para cuando llegue la respuesta, porque también creo que hay respuestas que llegan solas...




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