miércoles, 11 de septiembre de 2013

Madres de tiempo completo

Crecí en una generación donde apenas se difundía la planificación familiar y tener hijos - en efecto - quedaba en manos de la biología personal, no de la tecnología; en los tiempos de la trancisión entre la pildora y otros métodos y tener todos los hijos que Dios enviara era el destino al que una se sometía sin más... a menos de que se fuera a dormir a otra habitación y se encerrara con llave; por ejemplo, a mi madre le mandaron seis, y con un poco más de insistencia supongo que habríamos completado el equipo de beisbol.
Las madres de la generación de mi madre, no se contentaban con ejercer únicamente con sus sus hijos... eran madres de tiempo completo y sus funciones las hacían extensivas a cualquier incauto que se atreviera a caer por su casa.
Mi madre, por ejemplo, fué madre - entre otros - de la banda de la colonia y de una generación completa de ingenieros en sistemas electrónicos... en contados casos ambos - la banda y la generación - coincidieron; lo interesante es que hasta la fecha ejerce sobre esta tribu (que ya incluye nietos), y su hermana no se queda atrás.
Hoy quiero hacer memoria de otras dos madres de tiempo completo con quienes tuve el privilegio de toparme... ejercieron su trabajo más allá de la esfera de sus propios hijos porque las funciones maternas alcanzaron a cualquiera que cayese en su esfera de influencia punto.
Ambas se marcharon en el transcurso de esta semana, siento la necesidad de decirle a sus hijos que comparto en cierta forma su sentido de orfandad, porque a mi ambas me dejaron algo.
Una de ellas, desde que la conocí, era toda una matriarca... mujer norteña, al estilo de las norteñas educadas para bastarse a sí mismas; entusiasta, emprendedora, "echada pa'delante" como dicen... tuvo tres hijos, que en cierto momento fueron y siguen siendo como mis hermanos... al  menos así los siento (uno no necesariamente muy "hermano" ciertamente)... tengo muy presente que ella tuvo para mí lo que pocas personas tuvieron en un momento problemático... no es fácil dar la cara con parálisis facial, muchos hacen como si no la vieran aunque la vean... y uno tiende a cubrirse la boca para disimular el espantoso gesto que se esboza (y la tremenda frustración que se siente)... ella solo dijo una cosa: mira de frente y quítate la mano de la boca... y lo hice... y entendí que lo que importa es dar la cara... se lo debo, se lo reconozco, se lo agradezco... y su ausencia me pesa, porque no sé por cuántos lo habrá hecho... lo hizo por mí.
La otra es mi tía Celeste, mamá de una y tía de una tribu completa, de los Gómez de Gutiérrez Zamora y los Castillo de Orizaba... una temporada que pasé las vacaciones con ella, supe que no había cosa que mi tía no supiera hacer... desde decirle a mi tío Alfredo por donde iba la cosa, hasta sentarse una tarde y fabricar un vestido en punto smock para un bebé... siempre tuvo espacios generosos para sus sobrinos y sus sobrinos nietos - que fuimos muchos - y hoy que se ha marchado, también nos deja a todos un poco huérfanos... porque a fin de cuentas, era una mujer que actuaba en el presente mirando hacia el futuro... sé que para mi prima y sus tres hijas, a pesar de la distancia, su ausencia será difícil de afrontar... y sé también que lo que vivieron con ella será algo que llevarán puesto y compartirán en los tiempos por venir...
Hoy me siento un poco huérfana, porque tanto la señora Rosa María como mi tía Celeste, no se contentaron con ser madres de sus hijos... fueron generosas con otros... madres de tiempo completo,  como la mía.

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