sábado, 23 de febrero de 2013

Una y otra vez

Hay lecturas de adolescencia que lo marcan a uno... la mía osciló entre "Demian" y "Siddartha" de Hermann Hesse, Tolstoi y Víctor Hugo. Ya un poco más llegando a los 20 me contagié de la fiebre por Tolkien... pero si algo me marcó y me sigue marcando fué leer "Los Miserables".
Desde ese entonces y hasta fecha, Fantine, Javert y Jean Valjean me parecen retratos de humanidad que somos todos y cada uno; creo que la lección que aprendí de esta lectura fué no prejuzgar a las personas. Si soy confiada, si soy optimista, si la frase "piensa mal y acertarás" me parece una afirmación deleznable, fué porque la historia de Fantine puede ser la de muchos, la caridad del obispo de Digne debiera ser la de todos - si es que creemos en la dignidad - y la lucha por la libertad de Jean Valjean es la lucha del presente que quiere construirse reconociendo el pasado.
El musical, y ahora la película, no dejan de ser una aproximación a todo este cuestionamiento sobre la humanidad que quiso plantear Victor Hugo; por ello no puedo evitarlo... es una historia que ya conozco y de todas maneras me pone a llorar.
Hoy llevé a mis hijos al cine, porque mi hijo mayor quería ver "Los Miserables" y porque me daba curiosidad - honestamente - ver si Hugh Jackman y Russell Crowe cantan tan bien como Alejandro Toporek y Ricardo Morell... los siento por los primeros... a veces se les iba el aire... no pude dejar de comparar voces (y eso que hace más de veinte años que asistí a la puesta en escena del Tec de Monterrey) y esperar un poco más de intensidad... aunque debo decirlo, la intensidad de la película fué suficiente, al menos para que mi hijo que excusara cuando le comenté que me había hecho llorar.
Aunque tengo que confesarlo, la verdad es que debo tener algún espíritu revolucionario... la canción con la que lloro, una y otra vez en cada ocasión que la escucho es "Do you hear the people sing?"... y lo que mueve es - tal vez - la incapacidad que mi gente tiene de indignarse ante la miseria aunque la tengan justo frente a la nariz... tanta, que ni siquiera se le ocurre cantar como una forma de protesta ante quien tendría que protestar... niños verdes, bejaranos, porros, presidentes municipales que hipotecan el futuro de sus municipios, gobernadores que construyen "cascarones" pero no ponen a funcionar hospitales, personas que permiten que otras personas mueran de hambre, gobernadores que permiten que asesinen a madres de familia frente al palacio de gobierno...
Y lo peor... pseudo-educadores que defienden sus privilegios y nunca han hecho su verdadera chamba: enseñar la libertad.
Tal vez por eso, desde el 94  y cada vez que regresa a mi memoria, por lo menos la tarereo y me acuerdo que asombrarse e indignarse son cualidades que nos permiten sentirnos humanos y detonar en algún sentido un cambio para una vida decente para muchos, o para todos.




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