lunes, 15 de julio de 2013

Perderse para encontrarse



"De pronto, se encontró perdido en medio de la nada"... doble oximoron, es decir, ¿Es posible encontrarse perdido? ¿es posible estar "enmedio de la nada"?
Sin embargo utilizamos esta expresión cuando en realidad queremos compartir la idea que cobramos conciencia de que llegamos a un punto donde no reconocemos elementos que nos permitan identificar el lugar en el que estamos; por este motivo, tampoco contamos con información que nos permita emprender el camino hacia un punto seguro.
Perderse es parte de la experiencia de vida; de lo contrario, ¿cómo se puede identificar el encuentro? 
Pienso en todo esto mientras vamos de viaje. Para mí, la mejor manera de conocer una región es trasladándose a través del territorio. En lo personal, me encanta viajar por carretera, es una forma de constatar cómo funcionan las cosas, fuera de las declaraciones y los decretos, y de darme cuenta que en pleno siglo XXI, efectivamente, hay regiones del país que funcionan com en el siglo XVI.
Emprendimos la marcha en familia por un camino que poco hemos transitado… rumbo a Oaxaca.  Una ciudad a la que llegamos después de elecciones, sin encontrar mucho de lo que uno – escuchando noticias – imagina que va encontrar: maestros en paro, miembros de la APPO, calles cerradas, etc.
Nada de esto, lo que encontramos es una ciudad que está señalizada de manera muy extraña, que de pronto tiene cruces para automovilistas que no conozco en ninguna otra parte, y que como muchas ciudades en México, permite que los cerros se vayan “democratizando”, es decir, poblando de viviendas para pudientes y no pudientes, mientras convierte el tránsito en laberinto.
Nos perdimos dos veces intentando llegar a Monte Albán, porque por todos lados aparecen letreros y señales, menos por donde uno realmente puede acudir… e igual nos perdimos de regreso, porque – además – de pronto cierran la calle que va para el centro, y hay que utilizar algún sentido de orientación para llegar a alguna parte.
En lo personal, no me molesta perderme – con luz de día y calles que entroncan con otras – es de familia; tomar rutas que uno no debe, o no piensa… tener que regresar, dar tres vueltas a la misma manzana… en realidad no es relevante; finalmente uno puede preguntar ¿no?
Hay momentos en que pienso que uno no puede encontrar realmente lo que está buscando, sin un cierto sentido de pérdida… y un gozo de descubrimiento.

 La ciudad de Oaxaca, desde Monte Albán, con la vista al auditorio de la Guelaguetza, toda una historia familiar involucrada en la dichosa construcción.


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