sábado, 1 de septiembre de 2012

Expectativas vs. esperanza

Pasé toda la semana suponiendo que el viernes finalmente tendría un respiro... en la dinámica de la institución para la que trabajo personas en mi status laboral entran a trabajar la segunda semana de agosto y cobran hasta el 31, después de tres meses de no trabajar.

Al menos eso era lo previsto hasta este semestre, en el que me ofrecieron un contrato por tiempo indefinido, a partir del 1 de septiembre.

Así que el mes de agosto lo trabajé con un contrato, acepté una liquidación y firmar un contrato por tiempo indefinido... hasta allí, la buena noticia.

Sin embargo, no todo en esta vida es gratis, yo esperaba que el 31 algo de lo trabajado en agosto se reflejara en mi cuenta de banco... tres meses casi sin ingreso son aterradores, y lo fueron entre otras cosas porque decidí pasar el verano dedicándome a resolver pendientes... que sí resolví.

El hecho es que ¡sorpresa! en mi cuenta no hay cambios, siguen los mismos $98.00 que ha tenido desde más o menos el 10 de agosto, cuando los documentos que firmé el jueves prometían un depósito muy diferente.

Es una sensación de impotencia absoluta, sumada a la decepción de expectativas que se derrumban y realidades que dicen que solo en Arabia Saudita puede uno esperar que se lleven a cabo transacciones bancarias el fin de semana (porque ellos tienen otros días laborales en la semana).

Hay que sumar, además, que por ser fin de semana ni siquiera hay con quien reflejar la frustración... ¿serviría de algo mentarle la madre a alguien que no puede hacer algo hasta el lunes?

Entonces mi cabeza - la parte razonable - me dice que se trata de aplicar una dosis de lo que me paso tratando de enseñar desde hace unos cuantos años... responder ¿qué debo hacer?  pensar ¿qué es lo prudente?

No queda otra, esperar... ver que sucede el lunes... hablar con la gente como gente (y mentarle mentalmente la madre a quienes consideran que los procesos están por encima de las necesidades de las personas)... sin embargo, de lo que no me puedo desprender es de los sentimientos... me siento impotente y descorazonada, no hay con quien resolver esta situación y no queda otra que hacer tripas corazón... y mirar al cielo pidiendo que por lo menos de algún lado te llegue algún gesto que te comparta una chispa de esperanza...


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