sábado, 20 de abril de 2013

¿Y qué fue lo que me dio Hannah Schmidt?

Carlos Ruiz Zafón, en "La sombra del viento" afirma que uno encuentra en los libros lo que ya trae, es decir, los libros que nos llegan o nos marcan son espejos, donde encotramos respuestas, empatía o preguntas.
Hace unos meses me tropecé con la película "El lector", y no pude evitar buscar el libro... hay ocasiones en que el libro lleva a la película, o viceversa. En esta ocasión la película me llevó al libro, y quiero decir - sin que suene a cliché - que el libro, al ser narrado en primera persona, nos da una visión introspectiva del protagonista, que no tiene la película.
Dos cosas destacan en esa lectura, la primera el dilema moral con el que se tropieza el protagonista, quien recurre a Kant, y nos muestra lo limitado de un gran filósofo cuando las pasiones y el deber se confunden... cosa que en cualquier vida humana sucede, por eso la ética es importante... no basta con conocer la teoría, la búsqueda de "lo correcto" particularmente en relación con uno y con los demás, puede ser tarea desgastante.
Pero algo más que el libro me puso enfrente es la frecuente pregunta de un joven sacudido por las pasiones, en confrontación con la realidad e intentando responder de manera ¿amorosa? ¿solidaria? al conflicto que le causa ser conocedor de una injusticia en contra de alguien de quien se enamoró y pensar que tal vez está haciendo demasiado por ella.
¿Qué me ha dado Hannah Schmidt? pregunta en más de una ocasión, tratando de resolver si debe ser empático y solidario con la mujer que una vez fue su amante y que lo abandonó porque no quiso enfrentar sus carencias delante de él.
Las acciones del protagonista, al menos en mi caso, me llevan a descubrir que la relación con Hannah abre a Michael Berg la experiencia del erotismo, de la compasión, de la solidaridad y - finalmente - del respeto... no es lo que ella hace, es lo que el descubre a través de ella, y aquéllo que lo cuestiona y la forma en que lo resuelve le permite ser quien es, finalmente.
¿Qué me han dado a mí las y los Hannah Schmidt que han pasado por mi vida?
Hay días en que pienso que hay relaciones que no maduran o fructifican como yo quisiera, pero solo estoy mirando hacia afuera, solo pretendo que el otro lea mis intenciones, que las interprete como yo quiero que las interprete, y esto no sucede, porque uno no es capaz de vivir la vida de otro.
A los Otros, con quienes he vivido en distintos momentos, diferentes experiencias, los tengo en la memoria, forman parte de lo que soy, de lo que he aprendido, de la manera en que me relaciono con otras personas con quienes la vida me va poniendo en contacto.
Al final es la experiencia compartida, lo que permite crecer aprendiendo de nuestros aciertos y nuestros fracasos en relación con los demás... nunca somos los mismos después del encuentro dinámico y complejo con otro, aunque las cosas no resulten como lo hubiésemos deseado.


lunes, 8 de abril de 2013

"Nostalgia de la luz"

Así se titula una película que habla sobre observaciones astronómicas desde el desierto de Atacama en Chil. Hoy solo estoy tomando prestado el título para compartir algunas reflexiones que llegaron ayer, cuando finalmente resolví poner en orden cortinas y ventanas.
Los seres humanos somos extraños; construímos espacios - ventajas incluídas - y después los tapamos con cortinas, porque "la luz nos molesta".
En mi caso, es una lucha constante por mantener ventanas abiertas y cortinas descorridas; si no lo logro, las cortinas deben ser delgadas, que dejen pasar luz, que permitan intuir el paisaje.
Pero pasa el tiempo, y el polvo se hace dueño de las cortinas, y de los vidrios... y yo dejo que se acumulen; hasta que un buen día, quito cortinas, limpio vidrios y descubro nuevamente la luz, que sin el filtro del polvo, destaca de manera especial a través de las ventanas.
La vida es un contínuo acumular, el polvo es aquéllo que el pasado deja a su paso. De pronto, sin darnos cuenta, la vida no nos parece tan clara, porque el polvo acumulado distorsiona el paso de la luz.
Y así, me pongo a reflexionar; si una ventaja tiene el trabajo manual es que permite pensar en algo más:
El polvo es inevitable... el polvo también es parte de una forma de vida (Horton, el elefante protagonista del cuento del Dr. Seuss lo sabe muy bien; en el polvo puede existir vida, personas que son personas "sin importar su tamaño").
El polvo es acompañante del agua... el agua recoge al polvo, limpia... pero el polvo es lo que queda cuando el agua se evapora.
El polvo es la única evidencia que queda del "Amor constante más allá de la muerte" (Serán ceniza, más tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado... Francisco de Quevedo).
Pero el polvo no se puede acumular indefinidamente sin cobrarnos una factura.
Para quien permite que el pasado se acumule, en las ventanas o en la vida, la limpieza se produce por nostalgia de la luz, por la necesidad de ver con claridad... y el ejercicio permite dejar el pasado para mirar con claridad el presente, imaginando el futuro.



miércoles, 3 de abril de 2013

Inteligencia = paciencia = inteligencia

No lo puedo negar, soy impaciente, muy impaciente... de pronto, cuando me desborda una situación me lanzo a resolverla en forma reactiva... o me pongo a llorar sin ningún pudor.
Y encima de esto... la mente central del Universo, en su infinita sabiduría, de alguna forma me pone en situaciones que retan precisamente este rasgo de mi temperamento, me ha llevado toda la vida aprender algo sobre la paciencia... y todavía me falta por aprender.
Imagina un viaje con dos personas de la tercera edad y una niña con discapacidad, menos paciente muchas veces que yo... mi padre empeñado en manejar, yo supongo que se debe a que cree firmemente en la regla de que el que maneja es también quien elige las "complacencias musicales"... ¡más de 12 horas escuchando la versión equivalente al "Fonógrafo... música ligada a su recuerdo", la misma que escucho todos los domingos... a mi padre lo más que se le llegó a dar fué Elvis y relativamente.
Por el otro frente, la niña se apoderó del Ipad (bendito artefacto) para escuchar "su" música y ver "sus películas"... dándole hasta el límite de la batería...
Y yo... pues a mi me tocó contemplar el paisaje... y en la primera oportunidad que encontré pasar a la tienda de discos para hacerme de algún contenido musical "neutral" que por lo menos le diera variedad a Carlos Gardel, Pedro Vargas, Plácido Domingo, todos los tríos que me acuerdo, antología de la música yucateca... y demás temas afines.
Encontré a Raphael y a Alberto Cortés... y hasta esos terminaron por desesperarme... mi padre hubiera ganado otros cuantos discos más (Juan Gabriel por lo menos, porque las letras me divierten mucho) si me hubiera soltado la camioneta un día para irme de shopping... pero no lo logré (dimos vueltas y vueltas por la periferia de Mérida durante 5 días).
Aunque ni yo me lo crea, entre la música, y las vueltas, en realidad ya no me entra tanta ansiedad por cosas que definitivamente no está en mis manos resolver en el momento que se presentan... y esto lo he aprendido, fundamentalmente, con mis hijos.
¿Cómo consigues que una persona - que es tu reflejo en cuanto a temperamento - actúe de otra manera?
Puedes gritar, o puedes actuar con inteligencia... yo comencé haciendo lo primero, he terminado por optar por lo segundo; no es sencillo... hay que hacer un esfuerzo mental por pensar fuera de un esquema acción-reacción-acción... y sinceramente, a mi se me da con mucho trabajo cuando se trata de relaciones interpersonales. La inteligencia requiere hacer pausas, para responder de forma congruente. En el mundo individualista y acelerado que vivimos, esperamos de manera impaciente respuestas, sin darnos cuenta que las mejores llegan a su debido tiempo, y a veces llegan incluso cuando menos esperamos.
Uno debe ejercitar la inteligencia para aprender a mirar lo complejo, y entoces... la paciencia encuentra el espacio para llenarle a uno el espíritu con algo de serenidad.


P.d. Lo mejor del disco del Alberto Cortés... esta rola que es para compartir con ustedes ... y otra de Raphael (que no venía en el disco) solo para estar a tono con el espíritu del viaje y para mostrar el extremo de mi lado más cursi:





lunes, 1 de abril de 2013

Vacaciones en familia

Mi padre y yo pensamos lo mismo... agarrar camino en Semana Santa... 1,307 kms de ida y de regreso a Mérida, más los puntos intermedios.
Yo en realidad pensaba fugarme sola con mis hijos... mi padre pensó en fugarse con mi madre, su hija mayor y su nieta... y así sucedió. 1,307 kms. de recorrido para llegar a visitar  a mi hermana, mi padre de 77 años al volante (ni quien lo quitara de allí) y el resto del mundo (o sea, mi mamá, mi hija y yo).
Como si la distancia no fuese suficiente, también tuvimos aproximadamente 200 kms. diarios de recorridos: selva, zonas arqueológicas, haciendas, mar... mi hermana planeando sus recorridos a pura intuición (así viajó a Europa, así fué y regresó de China... le basta un mapa y decir "es por aquí")... y nosotros siguiéndola como si en verdad supiera para dónde vamos y que vamos a encontrar... pero resulta que no, que mi hermanita confiesa que "conoce muchos lugares nuevos cuando la visita su familia", es decir, ni siquiera ella - que vive en Yucatán - sabe exactamente para dónde vamos.
Eso es turismo de aventura y no otra cosa... no sabes para dónde vas, dónde vas a llegar y qué te vas a encontrar... pero resulta divertido, finalmente uno no va en procesión a Chichen Itzá (aunque al menos hay que ir una vez en tu vida), sino a Mayapán ... o se avienta 40 kilómetros de brecha (y 320 kilómetros de carretera) para llegar a Calakmul,  o pasa un buen rato investigando si es verdad que los bisabuelos (los abuelos de mi padre) tenían tres haciendas y en qué condición se encuentran (lástima, las propiedades se perdieron en expropiaciones)... o conocer un proyecto de centro comunitario que en este momento es pura selva.
Así aunduvimos, a pesar de las objeciones de mi hija - quien detesta las caminatas por los sitios arqueológicos y solo le interesa el mar, las albercas y mojar a su madre - hubo oportunidad de sumergirse en el silencio de la selva y sus aromas, observar aves, convivir con otra visión de la vida y - por supuesto - meter los pies en el Golfo.
Viaje sin plan... repleto de experiencias... como la vida, diría yo.




Calakmul, Campeche.