sábado, 30 de junio de 2012

El cassette y la pluma bic

Todo comienza con una entrada en "Facebook", el título reza "prueba de edad", hay una foto del bolígrafo y el cassette y una pregunta ¿Qué tienen en común estos objetos? La reenvía el Dr.Guillermo... Que es contemporáneo, y yo intento alguna respuesta que no represente una obviedad... Por supuesto que conozco la relación entre esos dos objetos, y claro que utilicé la pluma para enredar la cinta en el cassette. Sin embargo, respondo con una pregunta que quiere ser irónica (¿Es para anotar información sobre el cassette, no?) Y alguien me indica que fallé la prueba. Esto me lleva a pensar que a veces limitamos nuestras opciones, pero también las de los demás; ¿Por qué mi respuesta no es factible? ¿Se le ocurre a la persona que respondió que tal vez tenemos contextos distintos y que también éstos condicionan lo que pensamos y respondemos? Es una nimiedad, sin duda, pero actuamos de la misma forma en el día a día, solo hay un tipo de respuesta aceptable... Y descartamos lo demás, vivimos en una cultura de descarte que no permite errores u otras soluciones, y esto nos limita y se nos vuelve costumbre, aplicándo estos malos aprendizajes en cuestiones verdaderamente serias, frustrándonos y cerrando nuestra oportunidad de crecimiento. Luz

lunes, 25 de junio de 2012

Vanguardista

Desde que alguien puso de moda las botas de hule hace un par de años (si, botas de hule, de esas que siempre han usado los trabajadores del servicio de aguas y saneamiento de los distintos municipios), aparecen diferentes modelos... desde el tianguis hasta en el "Palacio".
Cosas de la globalización ¿no?  En México, hasta hace unos veinte años las botas de hule se compraban en las ferreterías y en contadas ocasiones eran utilizadas para otra cosa que no fuera atravesar charcos por motivos de faena.
Hoy por hoy encontramos botas con más variedad en color y estilo, aparte del modelo "trabajador municipal": hay transparentes, con florecitas, algunas que tienen tacón... y cuestan más de las que uno puede conseguir en la ferretería... lo que es la moda y particularmente la sociedad de consumo.
Como estamos en temporada de lluvias y aparecen las botas por todos lados, regresó a mi memoria una historia de botas de hule.
(Sí, lo que hace representativo a los objetos es que tienen significado y hasta las anécdotas que les acompañan, que están relacionadas con nuestra propia historia de vida)
Sucede que ya hace bastante tiempo, viviendo en Tuxtla Gutiérrez, recibimos visita de los abuelos y los tíos, y buscando salir del ahogo (literal) que representa vivir en Tuxtla en temporada de lluvias (ahogo por las inundaciones y por el bochorno; si hay algún tabasqueño entre los lectores me dirá que no se compara al de Villahermosa, y tendrá razón, pero a mi lo chilango no me lo han quitado ni a golpe de cambios de clima, si yo digo que me ahogaba el bochorno de Tuxtla en temporada de lluvias, tómelo por cierto)... bien, ya me perdí, regreso... sucede que escapando del ahogo, fuimos de fin de semana a San Cristóbal de las Casas (allí también llueve, pero la diferencia de temperatura es muy diferente).
El chaval tenía unos 4 o 5 años... y su deporte favorito en temporada de lluvias era pasar por todos los charcos que se cruzaran en su camino. Como era de esperarse, el único par de zapatos que llevaba cumplió este cometido no bien hubo oportunidad de hacerlo, así que no quedó de otra que pasar a comprarle unos zapatos.
"Quiero unas botas", declaró señalando las botas de hule que vió en la primera zapatería a la que entramos... su mamá solo pensaba en que en Tuxtla sería imposible seguirlas usando, amén de lo que significa en bichos y cosas que la humedad puede provocar en los pies. La madre pensaba en enfrentar un posible caso de "pie de atleta", el hijo, que se vería regio con las botas - que le permitieron meterse dichosamente en todos los charcos que encontró después.
Por supuesto, la catástrofe del "pie de atleta" no se dio, al menos no con esas botas que mi hijo usó hasta que dejaron de quedarle, y causó sensación... a tal grado que de pronto hijos e hijas de mis amigas comenzaron a pedir sus botas de hule, con la consiguiente mortificación de sus mamás... porque las botas de hule, en aquél entonces, eran únicamente para personas que no podían darse el lujo de echar a perder los zapatos en temporada de lluvias, como los trabajadores municipales.

sábado, 23 de junio de 2012

De cierta edad

Lindo eufemismo, ¿no? "Women of a certain age".
Es como nos dicen a las que vamos de los cuarenta en adelante... "of a certain age", por la amigüedad y el peso que implica un modo de vida "distinto" en lo que son los tradicionales roles femeninos: la casa, la cocina y los niños.
Independientemente que ahora las cuarentonas se resisten a ser de "certain age", por aquéllo de que hoy por hoy con ayuda de los adelantos en la medicina se puede gestar un hijo sano a los cuarenta, a las de mi equipo (45 y más) no nos queda de otra... somos y estamos de y en "certain age".
Y nuestro primer reto es superar el prejuicio social, porque de 45 y más hay que afirmarse como lo que somos, no como lo que ya no podemos ser, en la mayoría de los casos: madres. El reto es buscar espacios, mostrar nuestra capacidad transformadora, enfocar nuestra experiencia - que es mucha - hacia la búsqueda de soluciones en una visión que no acostumbran tener los hombres: holística.
Esto es una especie de respuesta a una amiga - que es de mi generación y año de modelo - que me planteó que dudaba que estas aportaciones al blog fuesen realmente mías... me llevó a pensar que llegar a "cierta edad" nos presenta algunas opciones, que son distintas a edades anteriores: o me vuelvo una "cougar" o me vuelvo más reflexiva (y algo irónica).
Ser "cougar" tiene sus ventajas... en la parte física - particularmente en lo que se refiere al sexo -  y psicológica - en lo que tiene que ver con la autoestima y la autoimagen. Ponerse en plan de "cougar" es convertirse en la co-protagonista  del "complejo de Edipo" y reforzar nuestros roles tradicionales, que la percepción social sobre la edad y la biología nos dicen que debemos abandonar: madre, maestra y ¡amante!... aunque no deja de tener un sentido trágico y cómico... tal vez los veinteañeros son más listos que los varones de "cierta edad"... porque saben con quien están manteniendo una relación y obtienen de ella todaaaaa la experiencia que puede poner una .. sin embargo también tiene sus costos, basta recordar en la tragedia de Edipo el horror de Yocasta cuando descubre que ese marido con el que ha procreado cuatro hijos y que quiere porque le recuerda tanto a su difunto marido, es en realidad su propio hijo... trágico.
Por lo tanto, ser "cougar" no me parece en lo personal una opción recomendable... tengo muy presente a mi contemporánea Demi Moore y las causas del final de su más reciente matrimonio.
La otra opción que nos queda es volvernos más sabias, hasta para aparentar que no lo somos y esperar las condiciones adecuadas para saltar sobre la presa que hemos determinado como nuestra... llámese oportunidades de trabajo, empresas, política, o inocentes sujetos del sexo masculino (de cualquier edad)... cualquier cosa antes que el término "de cierta edad" signifique convertirnos en suegras metiches y controladoras, que conste.
Luz

miércoles, 20 de junio de 2012

Pasiones

Entre los humanos, no hay nada más apreciado que la racionalidad, que busca lo objetivo, la certeza, cualquier tipo de asidero para no dejarse arrastrar por lo opuesto: las pasiones.
Las pasiones humanas se representan como pecados capitales... dejarse llevar por lo subjetivo y el deseo es pecar, y desde niños el pacto social pretende educarnos para llegar a dominarlas.
¿Vale la pena dominar las pasiones? ¿Habrá que aprender a vivir con ellas?
Entiendo que lo que a uno le apasiona le llena de "algo" que difícilmente obtiene por otros medios, quizá tienen un elemento hormonal que nos presenta un atisbo del paraíso, por un instante... hasta que la razón entra en juego, y la conciencia nos "muerde" y remuerde.
Además del catálogo de pecados capitales, las pasiones se expresan a través de otras actividades: conocimiento y arte. Puede ser que solo lo que nos apasiona es lo que verdaderamente cultivamos, y es a esta perspectiva de la pasión que quiero referirme.
Apasionarnos por alguien o por algo, y no dejarse arrastrar por ello es un ejercicio sí de racionalidad, pero también de subjetividad: cuando algo te atrae lo quieres hacer tuyo, y si aprendes a poner algo más que los sentidos - la inteligencia - te darás cuenta que no es una tarea sencilla... porque llegar a hacer parte tuya algo que te apasiona requiere disciplina, esfuerzo y razonamiento.
El problema es que la pasión nos ciega, buscamos apropiarnos por la fuerza de lo que deseamos... y - por alguna circunstancia de la vida - aquéllo que deseamos es lo que se nos escapa, nos elude, se nos pone difícil, no logramos asimilarlo y también nos genera miedo e inseguridad.
Así, atreverse a hacer de uno aquéllo que es objeto de nuestra pasión se convierte en una lucha interna, de la que en ocasiones no tenemos conciencia... el cuerpo y la mente nos dan señales, pero no sabemos cómo intepretarlas, y es que aquéllo que es objeto de nuestra pasión, y el cómo lo traducimos en acciones propias nos genera incertidumbre.
Quizá esto explica porqué me he tardado tanto en terminar el trabajo de tesis, o porqué no termino algunas cosas que empiezo; tengo evidencias de que la tarea me apasiona... pero la cuestiono tanto, me genera tanta inseguridad que ni siquiera puedo poner orden en mis pensamientos, y menos en mis acciones... y todo porque me da miedo el resultado... que el resultado no esté a la altura de mi pasión.
Estoy hablando de un trabajo académico, pero sucede lo mismo con una relación amorosa... o te dejas arrebatar por el sentimiento, y terminas como el elefante que pasa a través de la cristalería... o te sumes en el miedo y la confusión que te impiden acercarte, hablar, expresar... porque tienes más miedo a perder aquéllo que quieres, que reconocer que tienes la capacidad de ganártelo.
El miedo es un sentimiento canijo...hoy me di cuenta que en algunos casos, tiene su raíz precisamente en mis pasiones.

Luz

domingo, 17 de junio de 2012

Esto de tener hijos

Un día, la naturaleza - o las diferentes naturalezas (ganas, deseo, distracción, calentura) - no impone la llegada de los hijos, y en ese momento, el discurso que nos grabamos como adolescentes ("yo si voy a comprender a mis hijos", "le voy a dar a mis hijos lo que no tuve", "yo sí conseguiré que se conviertan en triunfadores", solo por mencionar algunos ejemplos de ideas que se nos escapan en plena etapa de cuestionamiento hacia nuestros padres) nos impone el querer convertir a los chiquitines en el "modelo perfecto" de persona que nosotros creemos que debímos ser.
Es decir, pensamos que podemos mejorar el modelo, proyectando en nuestros hijos lo que nosotros hubiésemos querido.
En la vida actual, ese modelo - mejorado, corregido y aumentado - nos agota y agota a los hijos: clases de pintura, canto, equitación, música, viajes, idiomas; sumándole además el manejo de la tecnología: computadoras, video-juegos, etc. etc.
Invertimos y gastamos en esfuerzos para que sean perfectos... exigimos, corremos, nos agotamos y los agotamos.
Yo, en lo personal, deserté de esto más o menos cuando mi hijo tenía 11 años, porque estaba agotada... y esperé el desastre por no ser una esforzada madre que trabajara para convertir a su hijo en alguien perfecto.
Y no es perfecto... pero si algo puedo reconcerle es que ahora él sabe que aprender depende de él, y no de mí o de otro.
Además, todo en lo que no pensé "perfeccionarlo", él lo ha hecho por su cuenta, yo solo le financié las clases que el quiso tomar, lo llevé a los torneos de karate, le compré el violín... y le eché la bendición, preparándome para el desastre.
Sucede que tiene capacidades y habilidades que no estaban en mi modelo, pero que son de él, y esto me provoca algunas cosas: confianza, de que se las puede arreglar por sí mismo, que sabrá rectificar si se equivoca, y asombro, por descubrir que es alguien que va en camino de lo que yo pedí no bien supe que estaba en camino: autonomía y autosuficiencia.
Finalmente cuando los sueltas, y observas, te sorprenden, por lo mucho que se parecen a tí, y lo distintos que son - al mismo tiempo: su propio modelo.










lunes, 11 de junio de 2012

Cosas que a uno le gusta hacer

Hay cosas que no no sabe ni porqué las hace, pero las hace. En mi infancia mi madre insistía en llevarnos a los "scouts", en lo particular, estuve en dos grupos, y hasta fuí dirigente.
Entre lo mucho que me tocó aprender, es la delicia de tomar un baño "como Dios manda" después de una semana de dormir a la intemperie, pelear con hormigas y perros por la comida, dormir en el piso - o al menos intentar dormir, a veces con goteras o inundaciones incluídas.
Después de esto, insistí en que mi hijo se inscribiera en los scouts, el entusiasmo (mío) nos duró hasta el primer nacional de manadas. Después de esto, el espíritu scout del hijo, solo aplica cuando su amigo lo invita a Tepoz, u organizan una fogata en el jardín de la casa; fuera de esto, no "sabe lo que es bueno".
El tema viene al caso, porque el otro día discutían en el facebook mis amigos del grupo, que tan cierto era esto de "scout hoy, scout siempre"; en lo personal, puedo decir que a mí si me dura el espíritu scout. De otra manera no me explico cómo resistí toda la semana pasada en un pueblo de Morelos, creo que con una temperatura - dentro del aula - como tres grados por encima de la temperatura del exterior, que sería de unos 33oC; algo de polvo, algo de comida - no-a-la-carta (esa se come con espíritu scout, es decir, con mucha hambre) y además buscando cómo llevar a un grupo de 40 oficiales de la policía a trabajar con un tema francamente difícil.
Pienso que algunas cosas le duran a uno, y se consituyen en auténticos aprendizajes, porque finalmente le permiten manejar de manera constructiva otro tipo de experiencias; pero es imposible llegar a ello sin reflexionar al respecto y reconocer que eso del "sonríe y canta en sus dificultades" no es tomarlo de manera literal ni con optimismo falso (ese lo genera el prozac), sino tener la capacidad de encontrar el lado por el cual la situación se puede manejar de tal manera que se cumpla con el reto asumido.
Ah, y otra cosa,  desde que estaba en los scouts, para salir de mi área de confort - más bien de la rutina - alguien tenía que empujarme, o comprometerme... y esto es hasta la fecha. Tal vez lo que más disfruté es saber que gracias a ese empujón pude aprender más cosas, al trabajar para conseguir resultados, por lo tanto, no dejo de agradecer los empujones que a largo del tiempo he recibido por parte de mis amigos, y tampoco aquéllos que le he podido dar  a otros.


Esta foto es de noviembre de 1983, si no me equivoco, en el parque nacional "La Malinche" (de eso sí estoy segura), la tomó Benjamín Carrillo y estamos por iniciar el ascenso... yo soy la segunda de izquierda a derecha, en la primera fila.

Luz